Ahora que conocemos la manera en que se nutren los seres vivos, es importante que sepamos qué tipo de relaciones llevan a cabo si tenemos como referencia el tiempo que llevan sobre el planeta.
Los seres vivos, desde las bacterias, los encinos y las ballenas hasta los seres humanos, descendemos de unas sencillas células que se formaron hace más o menos 3 400 millones de años. A esto se le conoce como teoría del origen común, la cual parte de la teoría de la evolución, misma que no explica el origen de la vida, más bien demuestra cómo los descendientes de estas células primitivas se han convertido, a lo largo del tiempo, en las miles de formas de vida que existieron y que actualmente habitan la Tierra. Estos cambios sucedieron gracias a tres factores principales: la variabilidad, la adaptación y el tiempo.
La genética ha demostrado que la descendencia de cualquier organismo que se reproduce sexualmente es semejante, pero no idéntica, a los progenitores, porque hay recombinación de las características de ambos, lo que da lugar a la variabilidad.
Hay un factor adicional: las mutaciones. Estas y la recombinación genética son dos elementos clave en la gran diversidad que existe en la vida. Las mutaciones suceden todo el tiempo en todos los organismos, no hay que asustarse, ya que los factores externos determinan qué individuos dentro de una población permanecen y cuáles se eliminan.
A este proceso Darwin le llamó selección natural, misma que no tiene objetivos, simplemente sobreviven los individuos con las características adecuadas para el medio. Muy diferente de la selección artificial que sí los tiene; es decir, los seres humanos buscan particularidades determinadas para los organismos que reproducen.
En la selección natural, las variaciones o características desfavorables en cierto medio desaparecen de la población poco a poco, mientras las favorables se van fijando porque facultan a los organismos para adaptarse mejor. En este caso, el tiempo favorece que pequeñas variaciones genéticas se vayan quedando en las generaciones posteriores y que, después de unos miles de años, la población viva sea diferente a la población ancestral.
Darwin también explicó que sobrevivir no era el único requisito para ser exitoso en la evolución, sino que el individuo debía dejar descendencia. A mayor éxito reproductivo, mayor el número de descendientes con las características adecuadas para el medio.
Ahora conoces la gran biodiversidad que existe a partir de las propuestas teóricas fundamentales de Darwin, el origen común y la selección natural, que se sustentan en el registro fósil y minuciosas observaciones directas. La teoría de la evolución ofrece una explicación coherente con la realidad observable desde la perspectiva científica.
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Para que conozcas más acerca de todos los aspectos involucrados en la teoría de Darwin, lee “El agente secreto de la evolución”.
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Para saber más sobre la adaptación, la selección natural y la evolución, mira el siguiente video.
Los seres vivos presentan muchas semejanzas entre ellos y, al mismo tiempo, diferencias significativas que puedes apreciar a simple vista. Su manera de sobrevivir está relacionada con las posibilidades que han tenido de nutrirse, relacionarse con el medio y reproducirse.
De acuerdo con el tipo de nutrición que tienen, los organismos se dividen en dos grupos: autótrofos y heterótrofos. Los primeros sintetizan su propio alimento a partir de la luz solar y algunos elementos inorgánicos como el dióxido de carbono (CO2 ) y el agua (H2O) para generar glucosa que ellos mismos aprovechan (fotosíntesis). Los organismos fotosintéticos no dependen de otros organismos para alimentarse; en cambio, los heterótrofos ―todos los animales― deben tomar su alimento del medio. Los seres vivos han desarrollado una amplia variedad de estrategias para sobrevivir en el medio donde viven. Esa diversidad es resultado de un proceso llamado evolución.
La evolución ha trabajado durante millones de años para que hoy la nutrición de los organismos sea variada y aprovechen al máximo su comida y que obtengan los nutrimentos necesarios. Observa algunos ejemplos de estos cambios en la siguiente galería de imágenes.
Las relaciones con el medio son fundamentales para constituir un ecosistema. Para que un conjunto de factores bióticos y abióticos constituyan un sistema ecológico, estos deben tejer entre sí relaciones que favorezcan el funcionamiento y la conservación del conjunto como un todo.
En el caso de las plantas, estas han desarrollado una serie de capacidades para adaptarse a las condiciones de temperatura, humedad, luminosidad y composición química del medio en que se desarrollan.
Se habla así de diversos tropismos, es decir, de determinadas respuestas de especies vegetales (incluso de algunos animales simples) a ciertos estímulos y que, por lo general, consisten en una orientación, sea mediante movimiento (como los girasoles) o crecimiento hacia un estímulo. Esta capacidad pone a las plantas en mejores condiciones de recibir los elementos para existir. Observa la galería de imágenes que se presenta a continuación para que identifiques algunas de estas capacidades.
Durante la evolución de la vida, la reproducción animal ha sido un reto en los climas y condiciones ambientales de la Tierra. Primero aclaremos que existen dos tipos de reproducción: sexual y asexual. En la primera, los organismos se reproducen sin que haya recombinación genética; es decir, generan organismos idénticos a ellos, por ejemplo, los corales y las esponjas, que por gemación o yemas producen varios organismos que pueden quedarse unidos a los progenitores y formar colonias, también pueden desprenderse por medios físicos, como corrientes de agua muy fuertes, y crecer en otro lugar.
Por otro lado, la reproducción sexual implica intervención de dos organismos para dar vida a otros, ya sea uno o varios, dependiendo de cuántos gametos o células sexuales produzcan los progenitores. En los animales, la reproducción sexual también presenta diversidad y adaptaciones. Lo primero que se debe considerar es el tipo de fecundación, la cual consiste en la unión del esperma con el óvulo y puede ocurrir por fecundación externa (que sucede en el medio) o interna (que se lleva a cabo en el interior del organismo, casi siempre en la hembra). Esta diversificación es un buen ejemplo de cómo la evolución, en el esfuerzo de adaptarse al medio, provee formas diversas de reproducirse.
Hace millones de años, cuando los animales vivían en el agua, el medio facilitaba la reproducción. Actualmente, muchos organismos liberan sus gametos (óvulos y espermatozoides) en el agua y estos se encuentran por azar de manera que la fecundación sucede en el medio. Cuando los organismos acuáticos invadieron el ambiente terrestre ya no pudieron dejar que sus gametos se encontraran al azar, además, al cambiar el medio, las células podrían encontrarse, pero ¿cómo sobreviviría el huevo u óvulo fecundado? La solución a este problema fue la fecundación interna, en la que el macho deposita sus espermatozoides dentro de la hembra para que fecunden el o los óvulos que ella produce.
En organismos móviles, como el salmón, machos y hembras viajan a un mismo lugar para depositar sus gametos y aumentar las probabilidades de fecundación.
Las condiciones en los medios terrestre y acuático no siempre son favorables, por lo que los organismos se han adaptado a los cambios. Una adaptación crucial en la evolución es la existencia de organismos que tienen ambos sexos, es decir, son hembras y machos, y se les denomina hermafroditas o monoicos (del griego mono = uno, oikos = casa). A los que tienen uno de los dos sexos se les llama dioicos (di = dos, oikos = casa).
Existen dos tipos de hermafroditas: los que un tiempo son hembras y después se convierten en machos o a la inversa, y los que son hembra y macho al mismo tiempo. Sin embargo, los hermafroditas simultáneos, que cuando son adultos pueden copular como hembras o como machos, no pueden autofecundarse, ya que requieren que haya dos organismos adultos de la misma especie y alternan su función como macho o como hembra; un clásico ejemplo de esta adaptación son los caracoles de jardín y las lombrices de tierra.
Biológicamente se considera que un ser vivo es exitoso en la medida en que se reproduce y su descendencia permanece con el paso del tiempo, además del territorio que logra abarcar. Está claro que la reproducción es esencial para sobrevivir como especie.
Se puede concluir entonces que la evolución de las especies está marcada por la adaptación a las condiciones del entorno, lo cual logran mediante estrategias para llevar a cabo de manera efectiva sus funciones vitales. Esta lucha constante por sobrevivir en condiciones distintas ha producido una enorme diversidad de medios para hacerlo que se reflejan en la nutrición, la reproducción y en la relación que los seres mantienen con el entorno.
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En el video “Respondiendo al ambiente” conoce más acerca de los organismos y su relación con el medio.
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Visita este sitio web para que conozcas sobre la reproducción sexual y asexual de los organismos.
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Un artículo de divulgación científica para aprender más acerca de algunos animales que presentan la característica de ser hermafroditas.