Las personas pertenecemos a una gran familia: el género humano. Sin embargo, tendemos a fijarnos más en lo que nos distingue que en lo que nos une. Como ya sabes, la cultura de paz exige esfuerzos para identificar en qué consisten las diferencias que personas o grupos pueden tener entre sí. Ser, pensar, actuar o vivir de manera diferente son fuentes de conflictos y objeto de actitudes antidemocráticas, como la exclusión y la discriminación.
En la democracia se reconocen la igualdad y los derechos de todas las personas porque son merecedoras de respeto a su dignidad humana. Sin embargo, esta igualdad no equivale a uniformar a los individuos y eliminar sus particulares maneras de ser y pensar; por lo que al lado de dicha igualdad se encuentra la libertad para opinar, elegir, pensar, creer, expresarse culturalmente, transitar por el territorio, etcétera.
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¿Cómo es la situación de igualdad ante la ley de mujeres y hombres? Consulta en la página 20 de este atlas una infografía sobre el tema.
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Aquí encontrarás los artículos de la Declaración Universal de los Derechos Humanos que se refieren a la igualdad.
El principio de pluralismo es un ideal de las sociedades democráticas que consiste en dejar de mirar las diferencias como amenazas y apreciarlas como oportunidades para enriquecer la convivencia. El pluralismo es una actitud característica de las personas que reconocen la libertad propia y de quienes las rodean para expresar sus intereses y perspectivas, pues reconocen que están originadas en las diferencias sociales y culturales que han adquirido en su historia personal.
En el pluralismo se reconoce que las diferencias entre las personas pueden traer consigo nuevas formas de ver el mundo e incluso permiten resolver algunos problemas. En diversas situaciones de la vida diaria se hace necesario aprovechar la pluralidad por medio del diálogo. Si una opinión no es la de la mayoría, es una oportunidad para abrir opciones de actuar; por lo que disentir, es decir, expresar nuestro desacuerdo, se convierte en una actitud que va de la mano del pluralismo.
Sin duda has tenido oportunidad de escuchar la palabra tolerancia en los espacios donde convives. Su uso coloquial la ha convertido en sinónimo de aguantar o soportar: “No tolero que me hablen así” o “debemos tolerar por un rato este ruido” son algunas frases en las que se utiliza con ese sentido. No obstante, la tolerancia también tiene un significado positivo que alude al respeto que debemos brindar hacia quienes son diferentes o actúan y piensan de manera distinta a la nuestra.
La tolerancia es el respeto que expresamos por la diversidad de formas de ser y pensar; es una actitud con la que aceptamos el derecho y la libertad de las personas a ser diferentes y, al mismo tiempo, reconocemos su dignidad y sus derechos. La tolerancia no implica debilidad por parte de quien la ejerce, sino su capacidad para comprender a quienes son diferentes. En una convivencia tolerante las personas desarrollan confianza para expresar con libertad sus ideas y otros rasgos de su persona que en comunidades autoritarias no solo son rechazados, sino incluso violentados.
En la vida diaria la tolerancia debe partir del respeto que merecen todas las personas. En muchas ocasiones las diferencias que tenemos con los demás nos impiden identificar los aspectos que tenemos en común con ellos. Lo anterior implica un esfuerzo para reconocer si somos flexibles en nuestro trato con los demás.
La apertura a diferentes formas de ser y pensar, basadas en el respeto a uno mismo y a los otros, es el punto de partida para actuar con tolerancia. De pequeñas intolerancias han surgido grandes conflictos religiosos, étnicos, sociales y culturales. Examinar en otras personas los rasgos que nos generan molestia nos permitirá reconocer los temores, muchas veces sin fundamento, que mantenemos hacia ellas.
Sin duda, te has encontrado con personas cuyas diferencias te resultan difíciles de respetar y, en consecuencia, también actuar con pluralismo y tolerancia ante ellas. Pero cuando alguien se distingue por actuar con agresión, burla o prepotencia, y argumenta que esas actitudes son parte de su forma de ser, es indispensable poner límites antes que actuar con tolerancia y pluralismo.
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Sobre la tolerancia en un mundo cada vez más diverso, puedes consultar este texto.
Lo anterior significa que no todas las diversidades son aceptables para una convivencia democrática, en la que debe existir un trato respetuoso y solidario. Para reconocer estos casos es de utilidad tomar como punto de referencia los derechos humanos, frente a los cuales debe haber un respeto irrestricto por parte de todos. Pero si las diferencias que alguien tiene con los demás no afectan los derechos humanos, deben ser respetadas en favor de la pluralidad; por ejemplo, el tipo de música que le gusta a cada quien o la postura política con que simpatiza.
En cambio, si las diferencias involucran agresión hacia los demás, se requiere manifestar un rechazo claro para evitar que se dañe la dignidad de las personas. El pluralismo y la tolerancia son dos principios de la convivencia democrática que necesitan del análisis y la reflexión ética para saber en qué casos ejercerlos y en cuáles no. El respeto a los derechos humanos es una referencia para determinar nuestra manera de actuar ante las diferencias que tenemos con los demás. Este criterio permite, por ejemplo, reconocer la intención y los efectos de las bromas de alguna persona: si tienen por objeto hacer pasar un rato agradable a los demás, o si con ellas busca abusar, humillar o excluir a alguien.
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En este texto encontrarás información sobre la situación de acoso y discriminación laboral en México.
Fenómenos como la discriminación, la exclusión y la violencia deben ser rechazados; por ello, es necesario identificarlos de modo oportuno para evitar que dañen los derechos de otras personas. De igual manera, el acoso en la escuela puede presentarse disfrazado de bromas y juegos pesados que no deben permitirse. No todo se vale en la convivencia democrática, puesto que los derechos y el bienestar de cada persona son primordiales.
En muchas ocasiones, las actitudes democráticas parecen no tener cabida en las relaciones más cercanas, como pueden ser con la familia o los amigos. Conocemos tan bien a las personas que conviven con nosotros que, en ocasiones, creemos que resulta innecesario tener en cuenta sus puntos de vista. Lo mismo sucede en las relaciones de pareja, en las que las similitudes suelen parecer lo más importante. Lo anterior da lugar a expresiones de desagrado, sorpresa o burla cuando alguien deja ver que su forma de pensar o actuar no coincide con la de la mayoría.
Posiblemente te ha tocado vivir una experiencia de este tipo y has tenido que aprender a reconocer qué piensan y prefieren las personas de los grupos en los que convives para no decir algo que pueda parecerles extraño o fuera de lugar. En estos grupos aprendemos que no nos gusta ser tan diferentes a los demás y, aunque nuestras diferencias no tengan efectos negativos, nos sentimos más cómodos si pertenecemos a la mayoría. Parte de esta comodidad personal puede limitar el derecho que tenemos a disentir de la mayoría en una sociedad democrática.
Pensar de manera diferente y expresarlo ante los demás es un derecho que podemos ejercer cuando la convivencia es democrática, pues en ella se demanda el reconocimiento de todas las opiniones, mientras no haya faltas de respeto entre las personas. En un grupo en el que sus integrantes no pueden expresarse con libertad, es posible que existan rasgos autoritarios.
Si bien mediante el principio de mayorías es posible resolver desacuerdos cuando existen varios puntos de vista, disentir es fundamental en la convivencia democrática para aprovechar las diferencias que existen entre las personas. Cuando las ideas o planteamientos de una minoría no son escuchados y debatidos, se pierde la oportunidad de crecer y aprender de las diferencias. En tales casos, las decisiones y opiniones de la mayoría ganan por cantidad, pero pierden en calidad si siempre se rechaza reflexionar sobre otras perspectivas.
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Lee la introducción de este texto (páginas 1 y 2) sobre los derechos de las minorías.
La defensa de los derechos de las minorías es un principio democrático que considera puntos de vista divergentes, valiosos para enriquecer al conjunto de la población. En la democracia, la mayoría no existe sin minorías. En cada grupo en el que participas, además de diferencias entre sus integrantes, existen minorías. Puede tratarse de quienes opinan de manera distinta a la mayoría acerca de un asunto; pero también se trata de los que pertenecen a una comunidad indígena, tienen una orientación sexual distinta de la heterosexual, viven con alguna discapacidad o una condición de salud específica.
En la convivencia diaria las personas que pertenecen a alguna de estas u otras minorías pueden vivir experiencias en las que no se tengan en consideración sus necesidades e intereses, o ser víctimas de discriminación, exclusión y violencia. Algunas minorías lo son de manera momentánea: cuando se toma una decisión colectiva, pero se agrupan en torno a propuestas que no son las de la mayoría. Otras minorías lo son por afinidades permanentes que les distinguen de la mayoría, por ejemplo, quienes gustan de la lectura en lugar de las actividades sociales o prefieren usar su tiempo libre en el arte en vez de jugar futbol.
El modo en que actúas ante personas que forman parte de minorías expresa aspectos de tu capacidad para convivir de manera democrática y con respeto hacia los derechos de los demás. De igual forma, cuando hayas formado parte de alguna minoría, es importante que reconozcas el derecho con que cuentas de tener una perspectiva diferente de las cosas.
Actuar con legalidad en la vida cotidiana constituye un reto porque las normas de diversos grupos no necesariamente forman parte de las leyes escritas, cuyo cumplimiento sea juzgado por una autoridad pública. Lo que sí puede existir son figuras de autoridad a las que les corresponda aplicar sanciones cuando se falta a alguna regla o norma. Estas autoridades no son públicas; sin embargo, son reconocidas en los grupos en los que participan: los adultos de tu familia, el capitán de un equipo deportivo o un guía scout.
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¿Qué son los valores de la democracia? En este video encontrarás una panorámica.
En estos ámbitos, los criterios derivados de los derechos humanos pueden dar referencias sobre lo que es justo o injusto en la convivencia diaria. La legalidad tiene que ver con acuerdos que se han establecido en una colectividad y que se aplican a todos sus integrantes, incluso a quienes fungen como figuras de autoridad. Tener claro conocimiento de las normas y de la manera en que se aplican, contribuye a evitar comportamientos arbitrarios o injustos en los grupos en que convives.
Es necesario observar el manejo que se da a las normas que regulan las relaciones entre las personas para asegurar una convivencia armónica. También es conveniente que los involucrados en una comunidad dialoguen acerca de los acuerdos establecidos en las normas. De ese modo tendrán la posibilidad de considerar si las normas son adecuadas o requieren reformularse para responder mejor a sus intereses y necesidades. La comprensión y participación en las normas que se siguen en un grupo las hace legítimas, es decir, válidas para ser seguidas por todos.
Tu disposición a seguir, respetar y analizar las normas que se aplican en los grupos en los que participas es indispensable para contar con normas que se aplican de manera justa. Recuerda que en la convivencia democrática es importante que quienes habrán de seguirlas participen en su construcción. Las normas pueden modificarse para que respondan mejor a las necesidades de los integrantes de un grupo y evitar conductas arbitrarias, así como para cuidar que los derechos humanos sean respetados.
Para estar en condiciones de definir un proyecto con el cual se busque analizar y resolver algún asunto del entorno, resulta necesario tener información sobre los problemas y las necesidades que afectan de manera común tanto a ti como a tus compañeros.
La exploración de lo que ocurre alrededor de ustedes es la fuente principal para diseñar un proyecto. Con este tipo de trabajo podrán hacer visibles asuntos que requieren la atención, intervención y compromiso de todos aquellos que pueden contribuir a su mejora o solución.
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Si quieres saber más sobre cómo es la situación de los jóvenes en México, encuentra en este artículo las principales necesidades y problemáticas que enfrentan.
Un proyecto se desarrolla en varias fases o etapas que parten, por supuesto, de la definición de un problema que se identifica a partir de información proveniente del entorno. Una primera etapa es la planeación del proceso, que contempla varios momentos, como se describen a continuación:
a) Recopilación de información del entorno,
b) Identificación de un problema o necesidad común,
c) Definición de metas,
d) Organización de acciones, y
e) Desarrollo del proyecto.
De acuerdo con la información anterior, en el trabajo de esta secuencia partirán de la exploración del entorno a fin de obtener información que les permita identificar un problema común. Posteriormente, definirán metas y acciones tendientes a producir una mejora en torno al problema que identificaron. En la etapa siguiente llevarán a cabo las acciones planeadas del proyecto.
Para comenzar pueden hacer una lista de problemas de su escuela o su comunidad que afectan de manera negativa el ejercicio de sus derechos. Luego, enlistar los factores que contribuyen a que existan tales problemas. Revisar ambas listas y asegurarse de que distinguen los problemas de sus causas. Para esto se requiere identificar cuáles son los factores o las causas que producen un problema que les afecta de manera común.
Para iniciar la planeación del proyecto se requiere buscar información en diversas fuentes, para identificar un problema o necesidad que tengan en común en cuanto al ejercicio de sus derechos humanos. Para esta búsqueda pueden acudir a fuentes periodísticas y boletines institucionales en diversos formatos: impresos, audios, videos y digitales. Con esa información se podrán formar un panorama de la situación relacionada con los problemas que identifican en su entorno.
Es importante que analicen la información recabada, sus experiencias con los problemas que anotaron y sus causas. De esta manera podrán apreciar los efectos en su bienestar, su dignidad y sus derechos, así como las acciones que requieren llevar a cabo como parte de su proyecto.
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En este artículo encontrarás información sobre los adolescentes, sus retos y posibles soluciones.
Recuerden que su proyecto requiere abordar un asunto relacionado con el ejercicio de sus derechos humanos como adolescentes. Sin duda, varios de sus derechos son satisfechos con la atención que reciben por parte de diversas instituciones del Estado y de los adultos con los que conviven a diario.
Es necesario que elijan un problema que requiera atención, pues el proyecto debe orientar sus acciones sobre un solo problema para alcanzar resultados. Para tal elección, pueden plantearse preguntas que les permitan reconocer cuál de las problemáticas es la más importante en este momento.
Al formular un problema relacionado con sus derechos humanos, plantean una necesidad que tienen en común, así como un área para la cual deberán proponer acciones que consigan superar los factores o causas del problema. Deben tener presente que esta es una primera idea que ustedes plantean sobre las causas del problema, y es posible que al desarrollar el proyecto encuentren otros factores que lo producen, pero que no han percibido en este momento.
Cuando identificamos un problema en la vida diaria, lo que sigue es decidir qué haremos. En el caso de un proyecto es similar: una vez que en el equipo han elegido un problema y sus causas, ahora corresponde discutir qué se pretende hacer para tratar de eliminar lo que lo produce, modificar algún factor para que no crezca, o bien seguir buscando información para identificar qué personas o instituciones deben intervenir para atenderlo.
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Esta plataforma de Unicef México busca servir de medio para que los jóvenes difundan sus ideas y estas lleguen a quien debe escucharlas. ¡Visítala!
Lo anterior implica plantear las metas del proyecto; es decir, lo que pretenden hacer para contribuir a resolver el problema identificado, ya sea que logren eliminarlo o mejorar las condiciones que lo propician para disminuirlo. Al plantear las metas, deben considerar qué es lo que está a su alcance y en qué deberán solicitar ayuda a otras personas. Al plantearse metas se identifican las acciones para que:
- Otras personas también tomen conciencia del problema.
- Las autoridades —personas e instituciones— actúen ante el problema como parte de sus responsabilidades.
- Tanto ustedes como el resto de la comunidad afectada modifiquen los comportamientos que incrementan el problema.
- Se resuelva el problema en alguna de sus partes o en su totalidad.
Para seguir con el proyecto se hace necesario escuchar otras voces que cuenten con experiencia, información y propuestas relacionadas con el problema. Para recabar esta información de campo, será necesario elaborar cuestionarios para llevar a cabo entrevistas y encuestas. Necesitarán formular preguntas e identificar la manera en que pueden aplicarlas a varias personas por medio de una encuesta o a personas específicas a las que puedan entrevistar cara a cara.
También pueden acudir a la observación de ciertos eventos que suceden en la escuela o comunidad. En estos casos, deben plantear preguntas que formen parte de un guion de observación. Para aplicar entrevistas o encuestas pueden acudir a compañeros de otros grados, profesores, prefectos, directivos u orientadores; en la localidad donde viven, pueden dirigirse al personal que trabaja en instituciones de salud, deporte, cultura o, en particular, con quien labora en programas dirigidos a los adolescentes. También pueden acercarse a las autoridades del municipio o alcaldía, así como a organizaciones sociales que emprenden acciones en favor de los adolescentes.
De acuerdo con el problema que traten en su proyecto, deben identificar el tipo de información que requieren y decidir cómo van a recabarla. Esta información les permitirá constatar si la percepción que ustedes tienen del problema es compartida por otras personas; además, podrán apreciar otros aspectos del mismo que tal vez no habían tenido en cuenta.
La información que han recolectado mediante encuestas, entrevistas y observaciones deben organizarla y apreciar la manera en que contribuye a comprender mejor el problema del proyecto que plantearon. Para ello es necesario que exploren lo que registraron en cada tipo de instrumento utilizado.
a) Lean por separado las entrevistas recabadas. Elaboren un resumen de las respuestas y formulen conclusiones sobre el punto de vista que se expresa en cada una.
b) En las encuestas, analicen las respuestas recibidas a cada pregunta. Identifiquen la frecuencia de las respuestas a una misma pregunta. Elaboren gráficas para notar si hay una respuesta mayoritaria.
c) Lean lo que anotaron sobre las situaciones o eventos observados y elaboren un resumen de cada uno.
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Aquí puedes consultar cuáles son los derechos humanos de la niñez y la juventud, para que identifiques cómo los vulnera la problemática abordada en el proyecto.
Con la información que han obtenido, ahora tienen una idea más clara acerca del problema, sus causas y las posibilidades de resolverlo. El problema que han venido explorando con el proyecto ofrece información que es importante no solo para ustedes, sino también para los adultos con los que conviven en sus casas, la escuela y la comunidad. Los adultos, así como diversas instituciones, son quienes tienen la responsabilidad mayor sobre las condiciones en que ustedes viven y ejercen sus derechos humanos.
El proyecto que ustedes trabajan plantea, sin duda, oportunidades para que los adultos contribuyan a mejorar las condiciones de sus comunidades para que ustedes puedan ejercer plenamente sus derechos. Diversas personas adultas, como las que han entrevistado, pueden contribuir a identificar y formular acciones que tengan como propósito eliminar algunas de las causas del problema o, cuando menos, sus efectos más dañinos; también pueden apoyarlos en la búsqueda de soluciones y alternativas que favorezcan el ejercicio de sus derechos. El diálogo con los adultos es fundamental para establecer acuerdos conjuntos y sumar esfuerzos ante los obstáculos que existen para que ustedes vivan sus derechos humanos.
Con base en el análisis de la información de campo, y ya que identificaron los acuerdos que pueden establecer con diversos adultos para resolver el problema o disminuir sus efectos negativos, se encuentran en condiciones de plantear soluciones al problema de su proyecto.
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Mira en este enlace cómo los jóvenes también pueden participar en la búsqueda de soluciones a los problemas globales.